martes, 3 de mayo de 2011

Las lluvias que han mojado... desde

Desde que vine a Barcelona, e incluso desde la última vez que escribí en este blog. Tanto ha llovido como hoy llueve en Bellaterra, las piedras de granizo rebotaban en las ventanas, impidiendo que la clase terminara, anticipando el final de la jornada.
Desde la noticia de un objetivo que marcaba mi vida universitaria, y que se cumplirá el año que viene en Milán.
Desde que he comenzado a escuchar en vivo a los maestros que aconsejan a mis pasos, en esta ambición periodística que tan ilusionada me tiene. Cada día más. Y cada día más, también, me separo un poquito de allí... Porque la vida aquí me gusta. Me gusta salir y ser una desconocida. Me gusta que cada fin de semana sea diferente. Me gusta que mi vida tenga una banda sonora original cada semana. Y tener la posibilidad de que me la canten en directo, a escasos dos metros de mí... Me encanta. Y en algún momento de la próxima sintonía susurrará 'Copenhague'.
No, el dinero no da la felicidad, explícitamente, pero sí la compra en pequeñas cápsulas. No, no he olvidado. Recuerdo y sigo echando de menos lo que allí he dejado... Aparacado, no en doble fila, pero sí con la intención de arrancarlo de vez en cuando. Porque al estar aquí, su valor se ha multiplicado por dos, y la nostalgia sigue apoderándose de mí en ocasiones.
Vivir intensamente, disfrutando del día a día y darme cuenta en el caso de que así no sea, para poder coger las riendas y dar la vuelta, es la tónica que me repito al despertarme. La sonrisa puesta desde que mis pies pisan el suelo de mi habitación, creo que es el mejor momento de pintarla, pues está protegida, está segura. Una vez salgo a la calle, todo puede pasar. En cada minuto que pasa de mi reloj de los Beatles pueden haber obstáculos que hagan flaquear mi vitalidad, mi fuerza, mi ánimo... Mi sonrisa. Haberlos haylos, y me alegro. Sin ellos, sin momentos difíciles, no hay momentos fáciles. Sin momentos tristes, no hay momentos felices. ¿Cómo valorar si no una sonrisa cuyo destino se dirige hacia mí si, no he visto antes unas lágrimas o un gesto afligido, melancólico?
Superación es la palabra. Seguir luchando es la frase. Y luchar por vivir aquello con lo que sueñas es la clave.